Sentarse con dinamismo
Las personas que tienen que estar horas y horas sentadas durante el ejercicio de su actividad profesional parecen estar a merced de esta “postura compulsiva”. La vida cotidiana en una oficina está marcada por el trabajo ante la pantalla de un ordenador y por un sinfín de reuniones, un verdadero desafío para el cuerpo. Por esta razón, cada persona debe llegar a un acuerdo dinámico entre el cuerpo y el asiento elegido, por el bien de su físico y de su salud. En una conversación con el Dr. Dieter Breithecker, director del Colectivo Alemán para el Fomento del movimiento y la salud postural, descubrimos por qué el fomento del movimiento, aunque sea de forma reducida, tiene tanta importancia y cómo pueden las empresas y los trabajadores asumir la responsabilidad de “sentarse con viveza”.
Las personas que tienen que estar horas y horas sentadas durante el ejercicio de su actividad profesional parecen estar a merced de esta “postura compulsiva”. La vida cotidiana en una oficina está marcada por el trabajo ante la pantalla de un ordenador y por un sinfín de reuniones, un verdadero desafío para el cuerpo. Por esta razón, cada persona debe llegar a un acuerdo dinámico entre el cuerpo y el asiento elegido, por el bien de su físico y de su salud. En una conversación con el Dr. Dieter Breithecker, director del Colectivo Alemán para el Fomento del movimiento y la salud postural, descubrimos por qué el fomento del movimiento, aunque sea de forma reducida, tiene tanta importancia y cómo pueden las empresas y los trabajadores asumir la responsabilidad de “sentarse con viveza”.
La postura corporal es siempre el producto activo de una precisa interacción senso-neuro-muscular (sensomotora). Siempre se produce un control postural fisiológico cuando nos encontramos en un estado de equilibrio inestable (cuando estamos de pie o nos movemos) sin que los percibamos de forma consciente. Cualquier postura, si se mantiene durante mucho tiempo, podría ser perjudicial para la salud. El cambio postural complejo es, por lo tanto, el estado óptimo de una postura corporal fisiológica.
¿Cómo puede la empresa poner las condiciones y generar el estímulo para animar a sus empleados, quizás algo letárgicos o “clavados” ante la pantalla sobre la silla, a sentarse de otro modo y a moverse más?
Todos los trabajadores de una empresa son un recurso importante. Reforzar y desarrollar los potenciales físicos y mentales de los trabajadores, también durante su jornada laboral, debería ser la piedra angular de la filosofía de cualquier empresa. Por esta razón, el planteamiento de un concepto del espacio orientado a satisfacer la necesidad de cambio entre estática y dinámica, sobrecarga y descanso, actividad y calma, resulta de gran ayuda para cualquier empresa. El lugar de trabajo es, durante al menos ocho horas al día, el espacio vital de una persona, un espacio para el bienestar, el desarrollo individual de la salud, el intercambio social y la creación de valor mental y, por lo tanto, empresarial. Siempre se remite al efecto mutuo del ser humano y el espacio. Es bien sabido que los espacios pueden tener un efecto sanador, pueden satisfacer, estimular o hacernos enfermar. Para el día a día de la oficina esto se traduce concretamente en lo siguiente: hoy no se espera sólo del trabajador que sea flexible. Esto es válido en la misma medida para el entorno laboral. Para satisfacer las necesidades rítmicas del individuo y, por lo tanto, para facilitar su bienestar, el entorno de trabajo debería contar con “zonas” variables que inviten al movimiento. Con esto me refiero, por ejemplo, a espacios abiertos y cerrados para el trabajo en grupo, en equipo o individual. Aparte de esto, debe haber espacio para relajarse o retirarse con tranquilidad y espacios dedicados al intercambio de información. Asimismo, la actividad física y el juego no deberían suponer un tabú. Estos espacios, además, le confieren al trabajador la seguridad de que sus necesidades (por ejemplo, echarse una corta siesta) gozan de reconocimiento social.
Al mismo tiempo, esto requiere contrapartidas del trabajador: deben asumir su propia responsabilidad, participar en las decisiones con el objetivo de llevar un estilo de vida positivo, incluyendo su tiempo libre. Por ello, se necesita que tanto la dirección de la empresa como los empleados adopten un “cambio postural”. Debe incluirse a los empleados en el proceso de diseño de un espacio de trabajo sano y en la organización de una vida cotidiana saludable, lo que exige un elevado consenso y la asunción de responsabilidades.
¿Existen la silla ideal y la postura sedentaria perfecta? ¿O domina el carácter cultural en el sentido, por ejemplo, de en qué postura me pudo concentrar mejor?
No existen la “silla ideal” y la “postura sedentaria perfecta”, en base a paradigmas pasados, para una persona sana, del mismo modo que no existen la “respiración ideal” o la “postura de pie perfecta”. El organismo sano dispone de tanta “inteligencia” fisiológica heredada genéticamente que puede llevar a cabo sus funciones naturales de forma automática y siempre que son necesarias. Y hace lo mismo con la “postura sedentaria perfecta”.